En este semana queremos hablar de
un concepto que promueve en el ser humano el amor hacia los demás y la
disposición de reconciliarnos, dando paso a la comprensión y comunión unos con
otros. Estamos promoviendo en la mente del hombre de hoy esos conceptos,
valores de hecho que han tratado de desenfocarlos de la verdadera importancia
en la sociedad. Y es que requerimos una sociedad con principios sólidos, que
hagan que los que convivimos aquí, pensemos de forma positiva y edificante.
Esta semana queremos hablar de la humildad.
El concepto humildad tiene varias
formas de conocerle: 1. Puede ser entendido como la virtud que consiste en el
conocimiento de las propias limitaciones y debilidades; 2. Se aplica a la
persona que tiene la capacidad de restar importancia a los propios logros y
virtudes y de reconocer sus defectos y errores. A mi parecer, ambas acepciones
son muy atinadas a nuestro tema de esta semana en Casas de Paz. En el primero
debemos reconocer que tenemos limitaciones o debilidades. En la Biblia se
relata una posición que declaraba el apóstol Pablo, que expresa que cuando era débil,
entonces era fuerte. Esto lo encontramos en 2 de Corintios 2:10, en el que
podemos leer también que este apóstol se gozaba en las debilidades, afrentas,
necesidades y angustias. Esta era un virtud del apóstol Pablo, pero también
debe ser una en nuestras vidas, ya que necesitamos reconocer limitaciones
propias de nuestra naturaleza. Así entendemos que solos no podemos.
En segundo lugar, debemos restar
importancia a nuestros logros o méritos. Miremos esto que dice nuevamente el
apóstol de los gentiles, en la carta a los Filipenses en el capítulo 3, verso
7: "Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo". Notemos que
volvemos al tema inicial de Casas de Paz, "EL AMOR". Así como Pablo
estimaba como pérdida sus logros, no crees que debemos nosotros estar movidos a
lo mismo en estos tiempos. El sistema nos impulsa a sentirnos orgullosos de
resultados o metas, cuando en la Palabra de Dios somos llevados a la humildad,
renuncia y estimación de no haber alcanzado nada aún.
En este mismo orden de ideas,
leyendo Filipenses en el capítulo precitado, observamos que el concepto de
pérdida va íntimamente ligado al del amor; "por amor a Cristo lo he
perdido todo", haciendo alusión a que la pérdida no es una derrota, más
bien es una victoria, entendido a la luz de la Palabra de Dios. Es de allí que
la humildad como la capacidad o virtud de restar importancia a los propios
logros es precisamente la expresión del amor hacia Dios y la renuncia del yo,
abriendo camino al verdadero éxito.
Uno de los propósitos de la
humildad es la renuncia al yo, para dar paso al "Él" (Dios),
"nosotros" o al "ellos", dando el lugar a Dios y a otros en
todo tiempo. Cuando somos humildes decimos con ello algo positivo de otros, ya
que reconocemos nuestras debilidades, que solos no podemos, necesitamos de
otros, así como requerimos a Dios en nuestras vidas.
Conclusiones y Desafíos:
Revisemos si este principio o
valor lo practicamos y hagamos acciones cotidianas movidas por este. Seamos
humildes de verdad, en nuestros barrios, escuelas, universidades, trabajo,
donde sea que estemos. Reconozcamos nuestras limitaciones y debilidades; no le
demos importancia a nuestros logros y digamos que nos hace falta mucho. Dios
hará el resto.
Dios les bendiga,
Pastor Alberto Petit
CASAS DE PAZ
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