viernes, 25 de noviembre de 2016

LA PRUDENCIA

La prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación. También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas. Actualmente se ha impuesto el significado de actuar con precaución para evitar posibles daños.

La persona que tiene a Dios en su vida, le nace un sentido de prudencia. Muchas veces la cual quiere ser trasmitida, aunque la palabra de Dios nos advierte: "No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones". (Pr. 23:9) Veremos en este pequeño análisis las características del prudente:

1. Sus palabras (1S 16:18)

Una persona prudente distingue entre lo que es bueno y malo. Un cristiano prudente no participa de acciones o palabras que destruyen. Si lo que va a decir será dañino, ofensivo, provocará pleito o será hiriente no lo expresa.

Pr 10:19 "En las muchas Palabras no falta pecado, mas el que refrena sus labios es prudente"

2. No hace caso de la ofensa

"El necio al punto da a conocer su ira; Mas el que no hace caso de la injuria es prudente". (Pr 12:16)

La persona prudente reconoce que no puede ser un busca pleito. Entiende el creyente y discipulo de Jesús que satanás es un provocador y comprende que Dios nos ha llamado a ser pacíficos.

3. Pone sus proyectos en las manos de Dios

"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las  hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca". (Mt 7:24)

Comenzar proyectos sin Dios es como edificar en la arena, viene un viento y cae. Un cristiano prudente siempre busca la dirección de Dios en su vida, nada hace por su cuenta. El cristiano prudente no se aventura a hacer las cosas sin consultar a Dios primero.

4. No se expone innecesariamente al peligro

"He aquí, yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas" (Mt 10:16)

La prudencia de la serpiente es no exponerse, por lo que podemos decir que un cristiano prudente no abusa de la fe. No es cuestión de andar jugando a ver quien tiene más fe, se trata de preservarnos y cuidar lo que Dios nos da.

Conclusiones y Desafío:

Oremos para que el Señor nos de entendimiento y prudencia, como lo hizo con Salomón. (1 Cr 22:12; 1 R 4:29) Revisemos nuestras vidas y seamos muy sinceros si en algun momento hemos sido imprudentes. Corrijamos el camino y llevemos una vida ajustada a la verdad de la Palabra de Dios.

Pastor Alberto E. PETIT P.
Casas de Paz

lunes, 14 de noviembre de 2016

LA HUMILDAD

En este semana queremos hablar de un concepto que promueve en el ser humano el amor hacia los demás y la disposición de reconciliarnos, dando paso a la comprensión y comunión unos con otros. Estamos promoviendo en la mente del hombre de hoy esos conceptos, valores de hecho que han tratado de desenfocarlos de la verdadera importancia en la sociedad. Y es que requerimos una sociedad con principios sólidos, que hagan que los que convivimos aquí, pensemos de forma positiva y edificante. Esta semana queremos hablar de la humildad.

El concepto humildad tiene varias formas de conocerle: 1. Puede ser entendido como la virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades; 2. Se aplica a la persona que tiene la capacidad de restar importancia a los propios logros y virtudes y de reconocer sus defectos y errores. A mi parecer, ambas acepciones son muy atinadas a nuestro tema de esta semana en Casas de Paz. En el primero debemos reconocer que tenemos limitaciones o debilidades. En la Biblia se relata una posición que declaraba el apóstol Pablo, que expresa que cuando era débil, entonces era fuerte. Esto lo encontramos en 2 de Corintios 2:10, en el que podemos leer también que este apóstol se gozaba en las debilidades, afrentas, necesidades y angustias. Esta era un virtud del apóstol Pablo, pero también debe ser una en nuestras vidas, ya que necesitamos reconocer limitaciones propias de nuestra naturaleza. Así entendemos que solos no podemos.

En segundo lugar, debemos restar importancia a nuestros logros o méritos. Miremos esto que dice nuevamente el apóstol de los gentiles, en la carta a los Filipenses en el capítulo 3, verso 7:  "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo". Notemos que volvemos al tema inicial de Casas de Paz, "EL AMOR". Así como Pablo estimaba como pérdida sus logros, no crees que debemos nosotros estar movidos a lo mismo en estos tiempos. El sistema nos impulsa a sentirnos orgullosos de resultados o metas, cuando en la Palabra de Dios somos llevados a la humildad, renuncia y estimación de no haber alcanzado nada aún.

En este mismo orden de ideas, leyendo Filipenses en el capítulo precitado, observamos que el concepto de pérdida va íntimamente ligado al del amor; "por amor a Cristo lo he perdido todo", haciendo alusión a que la pérdida no es una derrota, más bien es una victoria, entendido a la luz de la Palabra de Dios. Es de allí que la humildad como la capacidad o virtud de restar importancia a los propios logros es precisamente la expresión del amor hacia Dios y la renuncia del yo, abriendo camino al verdadero éxito.

Uno de los propósitos de la humildad es la renuncia al yo, para dar paso al "Él" (Dios), "nosotros" o al "ellos", dando el lugar a Dios y a otros en todo tiempo. Cuando somos humildes decimos con ello algo positivo de otros, ya que reconocemos nuestras debilidades, que solos no podemos, necesitamos de otros, así como requerimos a Dios en nuestras vidas.

Conclusiones y Desafíos:

Revisemos si este principio o valor lo practicamos y hagamos acciones cotidianas movidas por este. Seamos humildes de verdad, en nuestros barrios, escuelas, universidades, trabajo, donde sea que estemos. Reconozcamos nuestras limitaciones y debilidades; no le demos importancia a nuestros logros y digamos que nos hace falta mucho. Dios hará el resto.

Dios les bendiga,

Pastor Alberto Petit



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